El silencio muchas veces es el mejor de los regalos que podemos darnos.
Ya es rutinario mi paseo al cementerio de mi pueblo en compañía de Vidú mi perrito. Disfruto muchas veces verlo correr como loco entre tumbas, detenerse de improviso ante el repentino aroma que captó su nariz, saltar entre las plantas y los restos de hojas, me agrada verlo como de repente levanta su cabeza buscándome y al enterarse que lo sigo de lejos sigue en lo suyo o al ver que he tomado otro rumbo se lanza a toda velocidad siguiéndome.
Es un momento solo mío, hace pocos días un buen amigo de este espacio me comentaba de sus “baños de silencio”, y entonces comprendí la necesidad de tener ese espacio en el día para mí solo. Es corto, a veces no supera la media hora, pero es balsámico, no hablar con nadie, dejar correr libres las ideas, escuchar melodías mentales, contemplar el paisaje, el ocaso, mientras dejas de ser lo que para los demás debes y solo eres el real.
El silencio logra muchas cosas, conocernos sobre todo….
Porque en el cementerio, no sé, es el único lugar que en realidad reúne las condiciones de mi personal baño de silencio; no, no es que tenga yo un tipo de trastorno con la muerte, de hecho morir es lo de menos para mí, si me preocupa el hecho de no confesar mis pecados antes, aunque al final si no me los perdona Dios en esta vida el infierno es ya destino seguro lo haga antes o no.
Lo que si me preocupa es morir sin lograr poner mi grano de arena para transformar el mundo, el problema es que no me decido que tipo de grano y que transformación quiero, me seguiré bañando en silencio mientras llegue, quizás y el único grano de arena que logre es que vean a los cementerios como un bonito lugar para pasear y no un detestable lugar de descanso entre cruces y restos perdidos.
Antes mis baños de silencio los hacia subiéndome en el techo de la casa y viendo las estrellas, ahora lo hago disfrutando de un café a solas. Funciona igual, sin embargo al ver las estrellas también me recuerda la inmensidad y o pequeñitos que somos.
wow, eso si que es interesante, tratare de subirme al techo de la casa, es genial perderse en el firmamento.
Cuidado te caes, tenes que tomar primero un curso de gato. No todas las personas son como los gatos de noche: Pardos.
Cuando no oigas de mi, es que me estoy bañando en mi silencio, que bonito que se lee, siempre hay locos por ahi que alguna locura se les a de ocurrir, sera que los poetas de locos tienen mas que un poco.
Saludos en tus silencios de ultra-tumbas, ahoras que con tus nuevos ante-ojos puedes ver mas alla del silencio de los muertos, ah y saludame tambien a Vidu, decile en un correcto guia-guia que Lola mi perrita Yorshire le manda saludes, lo mismo que El Pototo mi otro perrito Poore.
ME109CITO
Y mi vidu hizo dos ladridos y un gemido de agradecimiento…