
Opinión Forastera No. 88
El coronel no tiene quien le escriba. Gabriel García Marquez. 1961
El coronel no tiene quien le escriba es una historia tan simple como su título, porque, hablemos de este título, extenso pero simple, por si solo es un microcuento. Publicada en 1961 por el colombiano Gabriel García Márquez, posiblemente hubiera pasado al olvido si este no escribiera y publicara su celebrada Cien años de soledad por la que todo mundo le siguió leyendo y tragando todo lo que le saliera de su prolija imaginación.
En esta historia, bastante corta, lineal y sin atisbo de realismo mágico, un coronel en un pueblo caliente que es puerto fluvial de alguno de los grandes ríos de Colombia, supongamos que es el Magdalena, espera una pensión, espera que se ha alargado por décadas, una pensión de una guerra que no se sabe bien si el bando que la ganó era el del coronel, lo que si se siente desde el principio es que vive en la pobreza extrema.
Las imágenes que nos regala esta novela: la relación en la senectud del coronel con su mujer, los agobios de la enfermedad y la miseria que los aprisiona, la angustia de la espera, la impotencia ante la injusticia en la que se ve sometido el Coronel, y la subtrama del gallo, en la que sus esperanzas de unos cuantos ingresos extras se debaten con la necesidad de darle de comer para que este en forma para pelear, aunque eso signifique no comer ellos. Las apuestas por el gallo y las ofertas que se puedan tener por el mismo son la opción inmediata de dinero, ante la pensión, que nunca llega y a su vez, es su puente con la nostalgia de un hijo que la vida les arrebató a temprana edad.
El coronal divaga por el pueblo, se relaciona con todos, bastante orgulloso para no demostrar sus penurias y la carga de verdades que su mujer se encarga de recordarle siempre, sumado a la lluvia de octubre que le provoca dolores internos, la oquedad ante la llegada del correo, y al final del día, el encuentro con su mujer, ni pensión, ni dinero, ni comida.
Es la segunda vez que leo esta historia, casi no recordaba tantos detalles, pero si lo disfruté mucho más.
En fin, la espera, estado que se presenta en varias obras de Gabo, pero que en esta se suma con el pesimismo, la soledad y la impotencia ante el engaño de la corrupción, del poder que todo traiciona. Cinco estrellas para esta obrita que es una oda a la desesperanza. A esto hay que sumarle uno de los finales más memorables que el autor ha puesto a sus obras (alerta de spoiler).
- Mientras tanto que comeremos
- Mierda.