La importancia de llamarse Ernesto

La importancia de llamarse Ernesto. Oscar Wilde escribe una obra de teatro para burlarse de lo que no podía cambiar, su entorno social.

Opinión Forastera No. 91

La Importancia de llamarse Ernesto. Oscar Wilde.

El teatro es uno de los géneros que menos he consumido en mi vida, en lecturas podría contar tres obras leídas con la que traigo hoy. Jamás he visto una puesta en escena, espero un día cumplir ese sueño.

Hoy les vengo a hablar de La importancia de llamarse Ernesto del escritor inglés Oscar Wilde, escrita y puesta en escena por primera vez en febrero de 1895, tan solo tres meses antes de que fuera condenado a prisión, por el simple hecho de ser él, y claro, de ser homosexual.

Ha sido toda una experiencia leer esta obra. Tres actos, con parlamentos súper cortos, cargados de significado y de una fina mesura que, solo al terminar y reflexionar te das cuenta de que Wilde se despachó burla a más no poder de las costumbres victorianas, en la que estaba ambientada la obra.

Esta gira en torno a un par de amigos, Jack y Algy, y sus respectivos personajes ficticios, creados por ellos mismos, Ernesto y Bunbury respectivamente. Ambos han creado personajes ficticios ante las personas que les rodean según los convenga y en este sentido los usan. Gwendolen, Cecyl y Lady Bracknell serán los demás personajes principales, que entrarán en la trama formada por los dos caballeros londinenses, que persiguen entre otras cosas el amor.

El título de la obra en español es un poco ambiguo si no se entiende que la palabra Ernesto en inglés es «Ernest» y es fonéticamente igual a «earnest» que se traduce como serio, o bien se interpreta como severo o franco, todo relacionado en última instancia con la honestidad; por tanto, la intención inicial del título es hacer incapie en la importancia de esta virtud, la honestidad.

Los parlamentos están cargados de juegos de palabras, valiéndose de lo absurdo que pueden llegar a actuar los personajes por ser fieles a sus principios, es este nivel de absurdo lo que logra arrancarnos sonrisas. En lo personal, entrar en la dinámica de la obra me fue fácil, sin embargo no me extrañaría que algún lector no comprenda la intención del autor, entendiendo mal este nivel de absurdo, tomándolo como una ridiculadización del romanticismo explotado por Jane Austen, es que en serio parece que Wilde se burla de este género literario.

Lo que si hay que exaltar es que hay en la novela una clara burla a la sociedad de la época, lo voluble de sus valores y posturas de acuerdo a ciertos asuntos, como el trato a las personas, las clases sociales, el trato diferido según tu origen, y la importancia de la identidad en una sociedad plastificada por el interés.

Recomendada, una obra excepcional para entender los temas que Wilde aborda, y el sentir que lo llevaría a confrontarse con todo un sistema que lo desecho y lo dejó en la completa miseria.

En Jack percibimos no solo la angustia por conquistar a Gwendolen, sino el afán por entender su origen, la vergüenza que esto le provoca, y su lucha interna por estar a la altura de la sociedad de Londrés. En Algy, por el contrario, es el desenfado de ser alguien diferente, rebeldía y burla de la etiqueta, se presta fácilmente a la hipocresía de su tía, y es que en ambos se puede observar todo lo que Wilde parecía también vivir. Escapar de las garras de la etiqueta por darle rienda suelta a lo que realmente él era.

Un buen inicio de año en lecturas, Oscar Wilde es de esos autores que no te dejan indiferente.

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