Aunque nada perdure

Edith Gron y su historia contada por José Adiak Montoya

Opinión Forastera No. 69

De José Adiak Montoya leí en 2013 su novela galardonada El Sótano del Ángel, ganadora de la convocatoria del CNE del 2010.

Para entonces Montoya se convirtió junto a Fátima Villalta, en las propuestas innovadoras de las letras nicaragüenses, a la vista de los años, ha sido el escritor quien ha seguido dedicado de lleno al oficio, cosechando varios títulos entre los que se encuentra Aunque nada perdure, del año 2020 publicado por Seix Barral, colección Biblioteca breve: Mexico.

Esta novela posee una estructura dividida en tres épocas diferentes desde donde se ambientan tanto la historia de Nicaragua como la vida de Edith Gron, la escultora de origen danés que se radicó con su familia en el país cuando esta era una niña.

Hay en las intensiones de José Adiak un discurso claro sobre el éxodo al que la humanidad se ha visto sometida desde siempre, está presente la nostalgia de la época dorada de una Nicaragua que emergía al progreso a mediados del siglo xx, el sentir del ser artista y sus obras, los abrojos de toda una generación que creyó en los héroes y libertadores.

Es así como conocemos la historia de Edith, los pivotes que usará de su vida Montoya son: el accidente que sufriría en su niñez 1930 – 1931, la historia detrás de la ejecución de la famosa estatua del héroe nacional Andrés Castro 1955 – 1956, y ya en uno de los últimos viajes que hiciera de Costa Rica a Nicaragua en 1989.

A partir de estos acontecimientos vamos conociendo el carácter de esta mujer, sus avatares amorosos, sus vivencias en México y Nueva York, y ese amor a la familia y a Nicaragua que siempre la consumió. Sobre todo, viviremos retazos de la historia nacional durante tres cuartos de siglo en un poco mas de doscientas páginas.

José Adiak Montoya nos deja un hilo tejido entre la artista que la piedra dejó plasmado sus sueños y frustraciones, y usando figuras como los estudiantes del Instituto Ramirez Goyena que encargan la estatua de Castro inspirados por su bibliotecario de nombre Carlos Fonseca, los anhelos de una nación.

“A veces la memoria tiene la facultad de llenar todo de luz y expulsar la sombra de la tristeza vivida como si nunca hubiera existido” p 125

“Los niños de los noventa no recordarían el sonido de las balas pero crecerían en el odio oculto, en un país incapaz de reconciliarse” p192

Un canto a la nostalgia, al arte y a la historia, he arrancado el año con una buena historia.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s