La Emperatriz de los Aztecas

Siempre con mi fascinación por las mujeres de la historia que ostentaron tiaras, algunas con mucha dignidad y otras no las merecieron. Para mi todas por igual, son mujeres que evocan una época romántica que, aunque tenía que evolucionar, aún hoy sigue siendo recordado con añoranza por sectores de las generaciones actuales, y pues en este mi blog seguiré hablando de ellas.
En esta ocasión les traigo a la única mujer de la nobleza Europea que se sentó en un trono del continente americano, lo hizo en años en que una monarquía ya no podía ser aceptada, en donde el amor por los derechos civiles y la libertad era un lucha en pleno apogeo, y un imperio instaurado no podía ser aceptado.
El 10 de abril de 1864, en la Catedral Metropolitana Asunción de María en el la Ciudad de México, el segundo emperador de México era coronado, Fernando Maximiliano de Habsburgo era el nuevo emperador designado por Napoleón III, el también emperador del segundo imperio francés.
Maximiliano se había casado siete años antes con una joven princesa europea de diecisiete años, hija de Leopoldo I de los Belgas y la princesa Luisa María de Francia, hija del Rey Luis Felipe de Orleans y María Amalia de Borbón Dos – Sicilias sobrina de María Antonieta. La nueva emperatriz además era prima de Victoria I de Inglaterra y de su consorte el Príncipe Alberto.
Antes de convertirse en emperatriz de México, María Carlota Amelia Agustina Victoria Clementina Leopoldina de Sajonia-Coburgo y Orléans Borbón-Dos Sicilas y Habsburgo-Lorena, Princesa de Bélgica, Archiduquesa de Austria, Virreina del Lombardo-Veneto, Princesa de Lorena vivió con su marido en Italia como gobernantes de Lombardía – Venecia, años relativamente felices pasaron ahí aunque carecían de poco poder. Cuando se presenta la oportunidad del trono de México, Carlota anima a su marido a aceptar y para eso se embarcan a la tierra de los Aztecas y los Mayas, a la gran Tenochtitlan.
Sin embargo el imperio duró poco, en los año que sirvió como emperatriz desde el Castillo Imperial de Chapultepec, Carlota se interesó mucho por la política interior y exterior del imperio, a fin de apoyar a su marido en la difícil situación con la guerrilla republicana que intentaba liberar a México de la intervención francesa que a todas luces era el instaurado imperio.
Pronto el emperador se ve desprovisto de la ayuda de Francia, esto por varios motivos. La presión de Estados Unidos para que Francia retire sus tropas, y por la explosión de la guerra entre Francia y Prusia, de la que años después saldría perdiendo Napoleón III, lo que significaría la caída de su segundo imperio. Pero bueno, eso será tema de otra publicación, pues no hay que olvidar que Napoleón III estaba casado con María Eugenia de Montijo, otra mujer cuya belleza aún sigue cautivando.
Maximiliano no pudo equilibrar las corrientes liberales con la plataforma conservadora que lo llamó a gobernar y ese fue el principio del ocaso de su remedo de imperio, Carlota siempre estuvo tras él apoyándolo en todo lo que podía, aunque en el ámbito privado su relación no era buena. Dormían en camas separadas, pronto el emperador se fascino por la belleza de las mexicanas, y los rumores de infidelidad no se hicieron esperar para mortificación de la pobre emperatriz, que no había logrado concebir.
En 1866 Francia retira las tropas, lo que significó un duro golpe para la monarquía mexicana, el principio del fin, aumentado por el bloqueo de Estados Unidos a la ayuda francesa y las constantes derrotas ante el ejército liberal de Benito Juárez. Ante la difícil situación Carlota Amalia no dudo en embarcarse ella misma a Europa, su marido necesitaba ayuda, su imperio necesitaba a su emperatriz, y ella estaba dispuesta a todo por conseguir auxilio para lo que amaba con locura.
Es así como el 13 de julio de 1866, tan solo dos años, tres meses, y tres días después de ser coronada emperatriz, Carlota abandona su imperio y viaja a Europa, nunca volvería a ver esas tierras, y jamás volvería a ver a su marido.
Así la vemos vagando de París a Viena pidiendo ayuda para Maximiliano, alegando los compromisos que se había adquirido tras instauración del imperio, ante los desplantes de Napoleón III, cuya situación tampoco era muy buena, y las vagas promesas del Papa Pío IX a quien había acudido a Roma suplicando un concordato para el imperio tambaleante, Carlota se desesperó tanto, que empezó a mostrar signos de locura.
El imperio cae por fin con la muerte del mismo emperador, Maximiliano había huido de la capital imperial y se refugia en Queretaro, donde es apresado y enjuiciado por un Tribunal Militar, el presidente de la nueva República, Benito Juárez, autoriza su ejecución por fusilamiento, la que es acaecida en el Cerro de las Campanas, el 19 de Junio de 1867, tres años, dos meses y nueve días después de su coronación, muere lejos de su tierra, de su esposa y con él, un imperio.
Carlota, es de suponer, agrava su situación por la muerte de su esposo, luego de vagar tristemente ante las cortes europeas y su rotundo fracaso, se retira al Castillo de Miramar en Trieste Italia, donde su locura se agrava, su amor por Maximiliano aumenta enfermizamente, los recuerdos y todo lo que pertenecía a su esposo que atesora, la llevan a un estado mental del que jamás regresará. Luego pasa al Castillo de Tervuren y finalmente en el Château de Bouchout en Meise, Bélgica, donde finalmente fallecería. Durante la Primera Guerra Mundial, su propiedad belga fue rodeada por el ejército alemán, pero como Austria fue uno de los aliados principales de Alemania, y ella era la cuñada viuda del emperador austriaco, no fue atacada.
Muere creyendo que es Emperatriz de México y que su marido, el emperador Maximiliano I, pronto la llegará a visitar luego de un largo viaje. Jamás regresaría al país que adoptó como suyo, México. Moriría 60 años después de su esposo, el 19 de enero de 1927, víctima de una pulmonía. A la edad de 86 años cumplidos, una senectud, solitaria, aunque quizás feliz, viéndose pasear por las ruinas Mayas de Yucatán, y viéndose amada por su Maximiliano, su Max.
A mi ver, fue una víctima de la política mundial y del machismo de la época en que le toco vivir. Una figura trágica y romántica, cuya vida fue de entrega a su marido y a un ideal de imperio, un ideal totalmente ingenuo, en una época en que la libertad y la democracia eran las utopías de moda.
Vivió en la época de María Eugenia de Montijo emperatriz de los Franceses e Isabel de Baviera emperatriz de Austria y Reina de Hungría. Mujeres que por igual, vivieron vidas intensas, con tiaras en sus cabezas y sueños que para muchos tal vez eran equivocados, pero que para ellas eran los correctos.
Viva el 5 de Mayo
Viva Mexico y
si los Mexicanos
tuvieran que tomar
la decision de fusilar
de nuevo al parasito
de Maximiliano,
pues que lo hagan
que la historia les
seguira asistiendo.
En cuanto a
Dña Carlota su ambicion
tuvo su recompensa:
El olvido.
Ciyu.
Mucha razon, el olvido confinó a Carlota y la locura también, muere entrado el siglo XX pero los Mexicanos ven en el remedo de imperio que ostentó, solo una mala pesadilla.
Hola Aldo, yo escribí un post titulado » Un austriaco en el Trono de México» hace un tiempo sobre Maximiliano.
Maximiliano era un segundón de la familia Imperial Austriaca, su madre Sofía de Baviera se lió con » El Aguilucho » el hijo de Napoleón y María Luisa de Austria y se dice que de esos amores nació Max. El marido de Sofía era idiota, completamente necio, por lo que su hijo Francisco José reinó muy pronto ya que el padre no estaba capacitado.
A Max le casan con Carlota, porque tenía dinero, un segundón no anda muy sobrado para el ritmo de vida que ha llevado, Max se dejo casar era lo suyo.
Francia decide que sería bueno ponera un príncipe europeo en el trono mexicano ( Así tenían cacho las familias reales todas emparentadas en América ). Cogen a este incauto, que no quería. Para ello Napoleón III y la ambiciosa Eugenia se ponen de acuerdo con España e Inglaterra, pronto estos dos países retiran el apoyo a Maximiliano y Francia lo olvida allí.
Carlota suplica, ni caso, Eugenia ¡ Que era de armas tomar ! ni la recibe al final, En general Eugenia de Montijo no es una mujer que caiga muy bien, Tenía fama de ambiciosa, tacaña, locatis, nada guapa aunque si resultona y narcisa ( la estoy poniendo buena ).
Se ha hablado incluso de las inclinaciones sexuales de Maximiliano, eso yo lo he leido pero como tantas otras cosas a saber que hay de cierto,…¡ por decir ! lo que es verdad es que pasaba de su mujer
En cuanto a dormir en camas separadas, era lo normal en la época,de a gente con posición, incluso en las familias de clase ata se hacía, diremos que el no la visitaba en su alcoba.
En cuanto a Sissi, nunca se llevó bien con Carlota,
Sofía la prefería a ella. Sissi y su suegra y tía no congeniaban.
En fin Aldo, muy buen artículo, pienso que México hizo bien quitándose a estos emperadores impuestos, lo único es que yo no hubiera matado a Max, simplemente lo hubiera devuelto con Carlota.
Eso si eran otros tiempos, lo mismo no les quedó otra solución.
¡¡¡ Enhorabuena !!!
Encantado con contar con tus acertados comentarios, que enriquecen mis publicaciones. Creo que me pase de benevolo entonces con Doña Carlota, y lo mismo he hecho con Eugenia y Sissi. jajajaja, igual gracias por tus visitas y comentarios. Tus conocimientos en la materio son inegables, y eso que eres españolísima… sabes muy bien la situación que llevo a Maximiliano a convertirse en un emperador.