La Isla bajo el mar

103705800_329751188182245_6561424849769589369_n-4Opinión Forastera No. 52

Isabel Allende, La Isla bajo el mar, Plaza & Janés, 1a. ed. 2009.

En el año 2009 la escritora chilena Isabel Allende publicaba su novela número trece. La Isla bajo el mar nos ubica en el Haití del siglo XVIII, cuando era una colonia de la convulsa Francia y recibía el nombre de Saint Domingué. En ella, Allende se vale de la historia de una esclava de nombre Zarité para contarnos la realidad de una tierra que haría historia cuando se convirtiera en la primer nación negra y libre, anhelado deseo de los esclavos antes de morir y luego vivir en La Isla bajo el mar.

La novela se ubica a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII y primeros años del XIX, tiene con ella todo menos historia de príncipes y doncellas, en lo absoluto, vemos en cada personaje la descarnada necesidad de alcanzar sus deseos, de sobreponerse a la crueldad y de abandonar su humanidad por sobrevivir

Tolouse Valmorain es un remilgado conde francés que, siendo joven, llega a Saint Lazare, la plantación de caña de azúcar que había dado estabilidad monetaria a su familia en la lejana Francia, de su mano, y conociendo sus ideales, es que nos encontraremos con Zarite, la esclava que se convertiría en parte de su historia, sería su concubina, le daría dos hijos, sería como una madre para su único heredero varón y la mujer que odiaría con todo su ser.

Debo decir que Isabel Allende cumple su cometido de hacer estas obras entretenidas a pesar de su extensión. Narra en tercera persona mientras introduce relatos a modo de monólogos de la misma Zarité, lanzando frases u oraciones que son como una adelanto de lo que le espera a los personajes, un viejo truco que mantiene a sus lectores en vilo, sobre todo con un escenario lleno de tanta violencia, injusticia, crisis civiles que terminaban en guerras y matanzas, pero también hay lugar para el amor, el misterio, esa magia del vudú y la herencia africana que corre por las venas de todos los antillanos hoy en día.

Al ser colonia francesa, la novela se ve forzada a ver la revolución francesa desde otra perspectiva, en ese difícil entramado social entre afranchis, mulatos y negros, que pugnaban por expulsar a los dueños de las plantaciones y la clase alta de la Isla, que por momentos era un títere del también inestable ideal del nuevo orden impuesto en Francia, era curioso, como de forma silenciosa Tolouse se veía atacado por la primigenia postura de no ser cruel con los esclavos, pero que, como todo dueño de las plantaciones, debía de tomar decisiones difíciles, en este sentido Isabel Allende juega muy bien deformando el carácter de Tolouse, complejo personaje que como lector por momentos deseas rescatar.

Francia y su lapsus revolucionario serán una sombra perenne en toda la novela, lo cual es muy interesante pues nos permite vislumbrar como se vivió en estas tierras tan importante acontecimiento, quizás El Siglo de las luces de Alejo Carpentier lo cuente de mejor manera, pero sin lugar a dudas Isabel Allende hizo bien su tarea y nos dejó esta obra entretenida.

En una segunda perspectiva Isabel nos trasladaría a Nueva Orleans, entonces también propiedad de Francia, donde Zarité y su amo lucharían aún más por alcanzar sus deseos, ella su libertad y él una historia que contar.

A lo largo de la historia Allende nos sorprenderá con personajes de los más variados, prostitutas mulatas, generales del ejército, un médico enamorado de la magia medicinal de Tanté Rosé la encargada del hospital de esclavos en la plantación, Maurice y Rossette, los medios hermanos cuya forma de amarse nos sorprende, el ímpetu de Violette, el desenfreno del Señor García del Solar, en fin, toda una maraña de vida que pugna por lo mismo, vivir.

Y Zarite será libre bailando, celebré esa frase “mientras bailes Zarité, serás libre”, era como la gota de filosofía que el esclavo que la crio le heredó, esa esencia del esclavo que baila, y que con su acción oran, piden a sus dioses, maldicen a sus enemigos, invocan el odio y el amor, fue un elemento que yo en lo personal destaco y que nos serviría para comprender como, no solo los negros, si no también grandes masas humanas a lo largo de la historia se han valido de acciones tan simples para resistir.

Las heroínas de Isabel Allende tienen el común denominador de la perseverancia, son indómitas y luchadoras hasta el final, pero con vidas y destinos crueles, sin duda alguna siempre trae con sus historias esa fina denuncia a la injusticia de la que siempre han sido víctimas las clases desfavorecidas en lo general y de la mujer en particular, sin importar en esta ultima su posición social.

Las historias de esclavos traen consigo esa predisposición en el lector que se quedará traumado como cuando leyeron La Cabaña del Tio Tom, pero al final son ese tipo de emociones las que hacen de la lectura la mejor de las formas de invertir tiempo.

 

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2 comentarios en “La Isla bajo el mar

  1. Una novela que aún me trae a la mente a la esclava y libre Zarité. Su dolor, su lucha, su necesidad, su búsqueda y el encuentro consigo misma, con su historia y la innegable necesidad de buscar estabilidad lejos del látigo que muchas veces se desprende de lo físico para ser una idea o una mirada o un deseo. Una novela con sentimiento.

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