Opinión Forastera No. 44
Cinco Esquinas. Mario Vargas Llosa. 2016
Es esta una de las últimas publicaciones del reconocido escritor peruano, uno de los que queda de la generación del boom, y con la que volvi a dejarme llevar por su narrativa luego de disfrutar hace ya varios años de La Fiesta del Chivo.
No podía imaginar como una historia que inicia con el juego sexual de dos damas encopetadas de la la Lima de Alberto Fujimori, Marisa y Chabela, se convertiría en una trama turbia y perversa, oscura y ruin.
En Cinco Esquinas, Vargas Llosa nos muestra el valor que para el poder corrupto de Perú tiene el periodismo amarillista; Rolando Garro y su colaboradora Julieta, intentan desde su semanario Destapes chantajear al multimillonario empresario minero Enrique Cárdenas, esposo de Marisa y amigo intimo de Luciano, esposo de Chavela. Nada tiene que ver el chantaje con la aventura de estas dos prominentes esposas, pues Garro se trae entremanos un entremes que amenaza con destruir moral y profesionalmente a Quique, asi lo llamam cariñosamente.
Vargas Llosa aprovecha para mostrar también la cara de una ciudad que es presa del terrorismo de Sendero Luminoso, de los secuestros y las extorsiones, y de como el periodismo amarrillista fue usado por los cercanos al regimen de Fujimori para destruir a sus enemigos acérrimos.
Hay escenas realmente escabrosas e indignantes, asi como lo hay personajes fascinantes como es el caso de Julieta, una chica de los bajos mundos de Lima que triunfaría solo si se arriesgaba a enfrentar los más temidos poderes en el Perú.
Hay una extraña mezcla en la novela, además de todo lo que ya mencioné, es el mundillo de la frivolidad en la que viven y mueren los afortunados de este mundo, los privilegiados por el poder, Enrique y Marisa, Luciano y Chavela, víctimas de los chismes de una sociedad sedienta y morbosa de intimidad y escándalo, pero no siempre castigados por los códigos morales que los rigen, digo esto por que en la novela se muestra claramente como la balanza se inclina hacia el dinero, aunque este no se entregue en pago, y como la doble moral justifica todo, desde la muerte hasta un trio de sexo.
No podría hablar de héroes en esta historia sino de víctimas, el retrato de una sociedad en Cinco Esquinas, el barrio limeño que da nombre a la novela y por el cual Juan Peineta, personaje del que me encariñe más, caminaba a veces y en que el destino le alcanzaría el infortunio.
Debo decir que Don Mario provocó más de una emoción en débilo cuerpo ante la concuspicencia, es ágil para describir sin caer en la pornografia.
Un retrato social de este mundo que ha sobrepasado la década de los noventa y nos envenena hasta hoy.