
Es imposible no hablar de Nicaragua, créanme lo he intentado, pero como no hacerlo si tenemos atención internacional considerable en estos momentos, es triste, lo hubiera hecho desde antes, mi país vale la pena.
Creo que lo más triste que domina al país en este momento es la polarización, si, lo estamos, hay dos bandos claros, contundentes y opuestos; desde mi percepción y uso de las redes es claro, eso creo, que uno se impone más, es más claro y robusto, aunque no tan organizado ni compacto como sería necesario lo fuera sobre todo porque, absolutamente todo lo que publicamos en nuestras redes sociales, todo lo que comentamos en cualquiera que sea el sitio, ya sea sobre el Gobierno, las muertes, los movimientos sociales que han surgido, todo, tiene una repercusión, un eco, y una respuesta.
Es increíble pero la pesadilla parece continuar, no, señores, no se puede hablar de paz, no cuando la expresión libre y segura, sea utopía absoluta.
Muchos intentamos continuar, en mi caso he intentado leer, lo he logrado hasta cierto punto, pero siempre está la interrogante ¿Qué más podemos hacer?
Debemos de cuestionar, cuestionar posturas, cuestionar lo que creemos, cuestionar lo que defendemos, cuestionar, preguntar, indagar, investigar, y construir al final una postura, de la cual debemos estar seguros, que no será incólume, que será cuestionada, y que quizás cambie.
Callar, es la historia la que nos cobrará ese delito.