¿Cuantas veces en la vida hemos dicho “para siempre” ó “por siempre”?
Cuando decimos para siempre, y esto según la real academia española, le estamos adhiriendo la perpetuidad a la sentencia que hemos dicho, en la mayoría de los casos, una promesa.
Se han preguntado alguna vez si Severus Snape le dijo en algún momento a Lilly Potter que la querría por siempre, yo me atrevo a decir que no, o posiblemente sí, pero su siempre carecía de promesa a cumplir, era un estado, su estado.
Muchas veces aseguramos y prometemos cosas de las cuales estamos seguros que siempre podremos cumplir, obviando el hecho de que la vida nos transforma sin preguntarnos, lo que hoy nos gusta mañana no, lo que hoy no nos llena mañana si, lo que intentamos no siempre se dará en el tiempo que queremos, pero, ¿en qué caso estamos seguros de nuestro siempre?
Creo que Severus estuvo seguro de su “siempre” sin estarlo seguro en verdad, vuelvo a lo mismo, era un estado, no una promesa.

Por tanto, en más de una ocasión me ha decepcionado un poco al darme cuenta que la perpetuidad de las cosas no se da en todo lo que hoy nos llena, que poco a poco muchas cosas van muriendo, perdiendo su significado e importancia en nuestras vidas, hasta que desparecen del todo y con ello las promesas.
Sin embargo, no quiero decir que no podamos tener nuestros “para siempre”.
Siempre podremos querer a alguien, aún si esa persona solo se termina convirtiendo en un ideal, este es el mejor de los casos, está el caso de Florentino Ariza en “El Amor en los Tiempos del Cólera” y eso sí que es triste. Pero si, es factible, que nuestro amor hacia una persona sea perpetuo, y no solo hablo del amor carnal y del deseo, también hablo del amor fraterno, hay personas que simplemente llegan a nuestras vidas para quedarse, aunque se marchen. Estos amores de siempre no necesita de un “por siempre”.
Mi punto es que, quizás no siempre sea un bloguero, pero si me preguntas que si me gusta serlo, les puedo asegurar que “siempre”, desde que lo soy, me ha gustado ser un bloguero.
Caso contrario a lo que reflexionaba luego de pasar mi cumpleaños número 29, sobre todo luego de haber brincado como loco en la esquina del Centro Recreativo de Telpaneca, pues recibí un regalo que no espera (un libro), mientras caminaba a mi casa luego de eso, pensé en que si siempre me había sentido orgullo de ser diferente (no todos reaccionan a sus 29 como yo y mucho menos por un libro), y no, no siempre me sentí feliz siendo un Forastero en una aldea que en la que no encajaba.
Pero bien, de lo que, si me siento orgulloso, y de eso siempre lo he estado, es de querer, de querer amigos que ya no están, de anhelar amores que ya no me recuerdan, y de tener el valor de hoy no prometer un “por siempre” pero si estar dispuesto a demostrar que mi presencia es la mejor de las venganzas, sobre todo para aquellos que me quisieran lejos para calmar sus conciencias, un poco parecido a lo que sufrió Fermina Daza ante la confesión de infiel que le hiciera Juvenal Urbino, yo sería Urbino, y así como él, sé que soy capaz de hacer muchas cosas por amor.
¿Qué si marco un regreso?, posiblemente, pero sé que muchos siempre han estado ahí para leerme.