
No se a ustedes, pero creo que todos tenemos una “Casa de los Abuelos” o Abuelito o Abuelita, en mi caso, en distintas etapas cumplí las tres, pues tuve la dicha de conocer a mis dos abuelos maternos, y a ambos ya los despedí, hoy esa casa sigue siendo de “mi Abuelita”. La casa está ubicada al costado norte del Templo Cristo Rey de Telpaneca, las procesiones de mi pueblo pasan siempre por esa calle frente a dicha casa, debo de reconocer, que la recién pasada procesión imponente de la Santa Faz, imagen de la cual ya he hablado en este mi blog, me conmovió el hecho de que al pasar frente a la Casa, esta estaba cerrada, en los últimos años ya era para mí costumbre ver a mi Abuelita apostada a la puerta contemplando las procesiones que pasaban, ella partió en Diciembre pasado.
La Casa es una estructura típica de la región, un cuerpo entero de adobe y techo de tejas, una amplia sala que a su vez da a un amplio corredor y un jardín central. Cada vez que voy a ella es un revivir de recuerdos vividos en mi infancia que bajo su techo fue feliz.
Mi Abuelito era uno de esos seres geniales que sacaban provecho de un clavo pando o una tabla en desuso y los transformaban en herramientas útiles, era el inventor de la familia, por otro lado, mi Abuelita era la doncella culinaria que cuando sacaba su chalina negra y un eterno rosario verde ya todos sabíamos que iba al Templo a realizar una de sus tantas prácticas de piedad.
De mi abuelito conservo el recuerdo vivo de su alegría al verme llegar a la una en punto de la tarde a escuchar con él a Pacho Madrigal y su cuento diario en Radio Corporación, creo que mis primeras experiencias con el “terror” literariamente hablando, fueron en esos cuentos, viajaba con mi abuelito al Galope o al Tajumulco donde vivía el Diablo, era también el destructor fanático de mis puentes imposibles sobre las corrientes de agua y de mis Palacios de ensueño hechos con trastos viejos. De mi abuelita, el dulce sabor de los gofios y el perfumado aroma de las flores silvestres, con ella aprendí a amar al Señor y a la Virgen, y con mi Abuelito a hacer mis primeros altares, en ese casa ME VOLVI INMACULISTA.
Cuando uno crece por lo general este tipo de vivencias van quedando olvidadas o van perdiendo su encanto, pero yo agradezco el hecho de que volver a ella me llena de vida aunque la Casa también parece sentir las ausencias irremediables.
No será una Casa de Espíritus ni mucho menos el Caserón de los Buen Día, pero al igual que Isabel Allende haya en su Santiago y Gabo Márquez en su Aracataca, yo en mi Telpaneca tengo una casa especial, que encierra de todo, incluso historias sin contar.
espectacular todo lo que escribes ..
me encanta Gracias ……
me traslade a ese pueblito que aunque no soy de alli tengo los mejores recuerdos de mi infancia
Telpaneca es la tierra de mis abuelos ,, alli estan enterrados y alli en ese bello pueblito esta todavia la casa de mis abuelitos quieta albergando mil historias
Un post lleno de añoranzas, y es que los grandes o pequeños recuerdos de personas o lugares específicos pueden volver a transportarnos a tiempos que extrañamos o que valoramos mucho.
y de alguna manera eso momentos nos regalan tranquilidad…
Me ha gustado mucho, una casa que sin duda podría figurar en Macondo, saludos 😊
asi la veo yo tambien, saludos para ti…
Aldito noooooooo muda sin palabras sin poder yo vaciar ese baul de recuerdos por que las emociones me atacan y no me dejan siquiera comenzar, atrapada en el tiempo y los desenlaces que se quedan dormidos esos recuerdos que son una mezcla magica de emociones y sentimientos.
es esa mezcla… la que al apreciarla nos vuelve especiales mi querida hermanita…