
Entendí la fascinación en el rostro de mi hermana cuando compra zapatos el día en que por primera vez pasé un tiempo bastante largo en la librería donde mi Biblioteca Personal se alimenta.
La verdad me fastidiaba acompañar a comprar zapatos con mi hermana, en primera me cansa decirle con frecuencia, “te quedan bien hermanita” ó “esta bonitos esos hermanita”, al final termina comprando los que ella quiere y que mi opinión no ha favorecido, esto luego de largo rato de tienda en tienda, midiéndose, metiendo, sacando y yo aburrido e histérico por lo engorroso de la tarea, la cual dobla en todos los aspectos cuando, en lugar de zapatos, mi hermana quiere comprarse una blusa o un pantalón, ¡Toda una odisea!.
Pero, cuando yo entro a una librería para comprar un libro (Rubén Darío y El Güegüense en Estelí) ó en un puesto de libros usados o rebajados (Los Pasillos del Recinto Rubén Darío de la UNAN – Managua), mi tiempo pasa a segundo término.
Por lo general sé que quiero un libro determinado pero en más de una ocasión he salido con un titulo distinto, rara vez pregunto y me voy directamente a los estantes y los recorro de punta a punta, descubro que hay libros que nunca se venden y mi curiosidad no va más allá de leer el título porque yo tampoco les hago el favor. Descubro un título que me llama la atención pero luego mi emoción se desploma al descubrir que el costo no puedo cubrirlo, y conformarme con una presentación de menor calidad no es una opción, me aseguro de memorizar el titulo pues volveré por él, esto sabiendo que el título de todos modos lo olvidaré y si no lo hago, estoy seguro que la próxima vez tampoco lo compraré.
Decido buscar el libro que deseo, lo encuentro pero me cuesta tanto terminar mi recorrido, veo el que está al lado, luego el otro, luego el otro, y así el tiempo se va. De las lugares de compra antes mencionados en la Librería Rubén Darío de Estelí donde “La Sabiduría edificó su casa”, un lema hermoso, más tratándose de semejante nombre, sus empleadas, la mayoría mujeres, incluso la dueña, que nunca le he preguntado el nombre, me conocen, y me dejan ver el tiempo que quiera, a veces me han sacado puesto que tiene que cerrar, y no les importa que no compre nada, lo cual también ha sucedido muchas veces, pues saben que siempre vuelvo y en la mayoría de las ocasiones llevo algo.
Sigo buscando no se qué, puesto ya encontré el libro deseado, pero ahí estoy, sacando, oliendo, descubriendo el contenido mediante el título y la portada o la reseña en la parte de atrás. Se que puedo comprar uno cuyo título me parece interesante, pero pongo en balanza que me puedo llevar dos de menor precio, aunque sus títulos son bastante conocidos, en algunas ocasiones, cuando la decisión no puedo hacerla por el nivel de interés que me despiertan, los veo de costado y valoro el cual se verá mejor en mis estantes.
Cuando esto tampoco da resultado, de improviso cojo cualquiera y me largo de los estantes a la caja, volviendo una y otra vez la vista hacia el lugar sabiendo que dejo uno o dos libros que bien me pudieron encantar, y saben que muchas veces la compra que hago no me satisface a primer momento, y es más, luego dicho libro queda en mi estante por muchos meses cerrado.
Nunca he invitado a mi hermana a que me acompañe a comprar libros, no he pedido a nadie nunca eso, siento que para mí es algo íntimo, es una experiencia, uno puede encontrar millares de mundos y personas en esas páginas y el instante preciso en que elijes a cual entrar, es lo que vuelve al evento, MÁGICO.
Y bueno, quizás no me explique bien, pero igual yo tampoco entiendo muy bien que me sucede cuando compro libros, aunque si estoy seguro que es lo mismo que le sucede a mi hermana con los zapatos.
Desde el punto de vista administrativo, un zapato vale mucho más que un libro dado su uso, pero desde el punto de vista intelectual, un zapato rara vez marca tu vida tanto que nunca lo puedas olvidar, mientras que un libro, aparte de que puede durarte años, según el cuido que le des, nunca podrás terminar de pagarle la experiencia que te regaló.
Esta es mi fase de lector compulsivo de libros…
Esperen la cara oculta de ladro de bibliotecas….
GRACIAS LO ESPERAMOS DE NUEVO EN LA RUBEN DARIO
Pues a mi me cae mal ir de compras, no tengo la paciencia, sin embargo creo que para comprar un libro me gustaria ir con alguien que sepa un poco de libros, o que por lo menos le guste la lectura también, para que no se aburra. Yo no soy muy arriesgada para comprar un libro, por eso la mayoria de las veces que entro a las librerias me voy con las manos vacias 😦 y sin nada que leer. 😦 😦 😦 😦 Y si compro un libro es porque conozco el autor. 😦
Ummmm que cosas verdad, todo diferente…
Lo mismo me pasa a mí, pero con todo. Con los zapatos, con la ropa… jejeje… Soy muy indeciso! Tus homenajes al libro han sido fabulosos!!! te recomiendo que leas lo que puse en mi blogroll sobre vos…jajajaja te va encantar!!!! 😀
Hay muchas gracias que detallaso mi amigo thank you…