
A Lezah, con todo mi amor
Caminando, una bella canción de Amaia Montero, la ex-vocalista del grupo “La Oreja de Van Gog”, una bella melodía y una letra muy confortante y llena de verdades.
Caminando, caminar por las sendas donde el destino nos lleva sin remedio, es mentira que nosotros somos los que labramos nuestro camino, pues todas las decisiones que tenemos que tomar, en mayor o menor medida, se ven siempre influenciadas por factores externos.
En esto pensaba, y esta canción escuchaba cuando en una esquina me encontré a Neyda, sus ojos grandes me revelaron la pena que su corazón cargaba y necesitaba hablar con alguien. Fuimos a mi casa, entramos a mi rincón favorito, donde tengo mis libros y el lugar donde mi madre ora todas las noches delante de la imagen de la Virgen de Guadalupe.
“Me dijo que no lo entendía, que ya lo tenían harto mis reclamos, que yo tenía que entender que él era hombre, y que el guaro era lo suyo”, que maldito mandilón decía yo para mis adentros, mientras veía a Neyda deshacerse en lágrimas ante mí. Muchas veces ella era la que confortaba mi alma y siempre pensé que era fuerte, un roble que todo soportaba, era para mí un ideal de mujer, y un ejemplo a seguir como persona. Soportó muy bien los rumores que la acosaron en este pueblo, supo llevar la batuta de su familia, y gracias a ella es que el imbécil que tiene por marido es quien es, un gran señor de dinero.
“Esta vez no me molesta que se valla, pienso que es algo inevitable pero lo que viene será difícil”, se a lo que teme, teme a sentirse sola, sentir su cama vacía, saber que no tendrá con quien compartir el anhelo de sus noches, no tendrá con a quien acariciar, no se sentirá protegida, extrañará muchas cosas de él, pues lo ama. A pesar de sus infidelidades siempre creyó que podía ser diferente, tuvo la fe ciega que el “vivieron felices por siempre” le tocaría a ella y el ver como ese sueño se desvanece de apoco su corazón era traspasado por lanzas llenas de ponzoña.
“Estoy segura que lo hace por otra, se despidió sutilmente de mis niños pequeños” sentirse relegada, sentir que de nada valió el esfuerzo todos esos años de entrega a un amor y a un proyecto de vida que ella siempre creyó real y viable. A pesar de que su cuerpo es aún regio y elegante luego de varios partos, de su excelente gusto para vestirse y la imagen que tiene, en su rostro, los desvelos, el llanto, el estrés y un sin número de situaciones imposibles de enumerar, han vuelto su rostro marchito y triste, melancólico e incluso cuando sonríe en sus ojos brillan las ilusiones perdidas.
“Que voy hacer, si no puedo sostener mi casa tendré que irme a trabajar a otro lado y no quiero dejar a mis hijos solos, no sé qué hacer, porque me paso esto a mi” Eran la tercera vez que su matrimonio tambaleaba, pero esta vez parecía definitivo. Era obvio que la dejaba por otra, como hombre se reconocer cuando otro hombre anda encaprichado como dicen por unas piernas más firmes y una cara más joven, y más con los rumores de un pueblo chico. Me pudre en el alma el dolor de Neyda, el imbécil ese jamás fue suficiente para ella, para muchas personas Neyda era la mujer que le toco una suerte que no le correspondía, la envidia corroe el alma, y muchas personas veían en Neyda una mujer que no merecía lo que tenía. La verdad nunca tuvo nada, más que ilusiones y sueños de que al día siguiente las cosas mejorarían.
Neyda se marchó de mi casa, un poco más tranquila, solo espero que sepa actuar con madurez, sé que sus ojos aún tiene muchas lágrimas que derramar, no soportará al ver al imbécil con la otra, vera en ella lo que su marido busco y no encontró, juventud, frescura, olor a nuevo. Pasará mucho tiempo para darse cuenta el verdadero valor que ella tiene como mujer y madre, solo yo se las cosas que le ha tocado vivir y siempre sentí admiración por su bravura al levantarse cada día y recibirme con una sonrisa cuando la visitaba aunque supiera que su hogar era un infierno.
Ojala sea cierto, que hoy no regrese a casa, que no la desvele, pues casi dos semanas seguidas se duerme en la madrugada cuando él ya está bien dormido por la borrachera, al día siguiente es la primera en levantarse para dirigir su casa. Ojalá la deje y se dé cuenta que el camino tomo otro rumbo y que la sinuosidad del mismo es solo una vía para llegar al final y en algún momento, ese camino será verde y hermoso de nuevo. Por lo menos eso espero, es lo que deseo para ella.
Autor: Aldo Gutiérrez Aldana
Nota: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
No me preocupo por lezah por que algun dia me vengare soy diariamente adulador pues todo esta en mis planes algun dia vengare todos los sufrimientos de ella
Conmovedora historia Aldo. Las mujeres que nunca tiran la toalla… Dar voz a los que no sulen hablar resulta reconfortante, cuántas no llevan los caminos de Neyda… desidelaizar siempre es bueno. 🙂
Una historia triste, pero como dice su amigo Neyda es un roble, un roble dulce y tierno que merece algo mejor.
Gracias mi querida Peke, gracias por su visitas y comentarios.
Es una hIstoria muy triste. No sé si es verídica.
Hay cosas que por muy triste que parezcan hay que contarlas…